El corredor de montaña Pablo Ibáñez expone su caso extremo para dejar patente las gravísimas consecuencias en la salud por no comer e hidratarse adecuadamente en una carrera y aconseja a los corredires populares que sean muy prudentes en este terreno
"Forcé tanto el riñón en para ganar un ultratrail que no estoy en diálisis porque me metieron suero a chorro, como si fuera una manguera de gasolinera
Creer que el cuerpo lo aguanta todo pudo llevar a la muerte a uno de los mejores corredores de montaña españoles.
Llevar el cuerpo al límite en una maratón, un trail o en pruebas de aún más exigencia como un ultratrail puede llevar a vivir toda la vida unido a una máquina que permita la supervivencia. Eso es lo que estuvo muy cerca de pasarle a Pablo Ibáñez, un corredor de montaña que se negó a retirarse hace un año en el Ultratrail de Menorca pese a que su cuerpo le dio varios avisos para que abandonara y no pusiese su vida en juego.
El corredor de montaña vasco no supo interpretar las señales de grave deterioro que le mandaba su cuerpo y se empeñó en pelear hasta el final para ganar porque llevaba más de media hora de diferencia con el segundo. Finalmente perdió a falta de pocos metros al ser superado por un corredor francés y tras cruza la meta le comunicaron que tenía una deshidratación extrema que le llevó a un grave problema de salud que le mantuvo cerca de requerir diálisis en sus riñones para el resto de su vida.
“No bebí lo suficiente y llegó un momento en el que meaba color coca-cola”, recuerda. Bebió menos de un litro en las últimas seis horas de carrera y nada de comida: “¿Cómo no vas a seguir? No es que estés decimoctavo. Y me decían que tenía mucho margen2.
![[Img #62041]](https://diariodeltriatlon.es/upload/images/05_2025/7691_pablo-1-min.jpg)
Recuerdo ir muy mareado en las dos últimas horas: “A partir de ahí ya se me hizo eterno. Desorientación absoluta. Correr 40 metros y tener que parar para caminar. En cuanto había cuatro piedras ya no me coordinaba. Estaba absolutamente vacío”. Con la compañía de los cámaras, que le animaban: “Tranquilo, que está muy lejos, no te pilla”. La media hora de ventaja se evaporó en los últimos 12 kilómetros.
"Los riñones estaban muy comprometidos"
Su inconsciencia solo por su obsesión por ganar casi le lleva a estar sujeto toda su vida a una máquina: "Los riñones estaban muy comprometidos, tenía una brutal destrucción muscular bestia por falta de todo. Lo norma con algo así es tener que recurrir a una diálisis. No hizo falta, por suerte, porque me metieron suero a chorro, como si fuera una manguera de gasolinera”.
Lo peor es que comprometió su salud de por vida y no consiguió su objetivo, ya que fue rebasado solo unos pocos metros antes de la meta: “Le vi pasar por la izquierda como un avión y la cabeza se me apagó, como si tuviese un interruptor. Me eché a llorar, pero ya no era consciente ni de dónde estaba, tengo lagunas de memoria”.
Volvió a correr tres semanas después pero con mucho miedo: “Me asusté mucho, me dolía todo y había daño neuromuscular. Veía un bordillo y no sabía qué hacer. ¿Cómo se levanta la pierna?”.
Un año después volvió a Menorca y ganó con mucha cautela pero finalmente todo salió bien y se 'vengó' con un triunfo que casi le cuesta la vida en 2024: "Tenía siempre la mosca detrás de la oreja, pero ni un calambre. Eso sí, aprendí la lección de que hay que cuidar al cuerpo y alimentarlo e hidratarlo bien porque puedes pasarlo muy mal".
Llevar el cuerpo al límite en una maratón, un trail o en pruebas de aún más exigencia como un ultratrail puede llevar a vivir toda la vida unido a una máquina que permita la supervivencia. Eso es lo que estuvo muy cerca de pasarle a Pablo Ibáñez, un corredor de montaña que se negó a retirarse hace un año en el Ultratrail de Menorca pese a que su cuerpo le dio varios avisos para que abandonara y no pusiese su vida en juego.
El corredor de montaña vasco no supo interpretar las señales de grave deterioro que le mandaba su cuerpo y se empeñó en pelear hasta el final para ganar porque llevaba más de media hora de diferencia con el segundo. Finalmente perdió a falta de pocos metros al ser superado por un corredor francés y tras cruza la meta le comunicaron que tenía una deshidratación extrema que le llevó a un grave problema de salud que le mantuvo cerca de requerir diálisis en sus riñones para el resto de su vida.
“No bebí lo suficiente y llegó un momento en el que meaba color coca-cola”, recuerda. Bebió menos de un litro en las últimas seis horas de carrera y nada de comida: “¿Cómo no vas a seguir? No es que estés decimoctavo. Y me decían que tenía mucho margen2.
Recuerdo ir muy mareado en las dos últimas horas: “A partir de ahí ya se me hizo eterno. Desorientación absoluta. Correr 40 metros y tener que parar para caminar. En cuanto había cuatro piedras ya no me coordinaba. Estaba absolutamente vacío”. Con la compañía de los cámaras, que le animaban: “Tranquilo, que está muy lejos, no te pilla”. La media hora de ventaja se evaporó en los últimos 12 kilómetros.
"Los riñones estaban muy comprometidos"
Su inconsciencia solo por su obsesión por ganar casi le lleva a estar sujeto toda su vida a una máquina: "Los riñones estaban muy comprometidos, tenía una brutal destrucción muscular bestia por falta de todo. Lo norma con algo así es tener que recurrir a una diálisis. No hizo falta, por suerte, porque me metieron suero a chorro, como si fuera una manguera de gasolinera”.
Lo peor es que comprometió su salud de por vida y no consiguió su objetivo, ya que fue rebasado solo unos pocos metros antes de la meta: “Le vi pasar por la izquierda como un avión y la cabeza se me apagó, como si tuviese un interruptor. Me eché a llorar, pero ya no era consciente ni de dónde estaba, tengo lagunas de memoria”.
Volvió a correr tres semanas después pero con mucho miedo: “Me asusté mucho, me dolía todo y había daño neuromuscular. Veía un bordillo y no sabía qué hacer. ¿Cómo se levanta la pierna?”.
Un año después volvió a Menorca y ganó con mucha cautela pero finalmente todo salió bien y se 'vengó' con un triunfo que casi le cuesta la vida en 2024: "Tenía siempre la mosca detrás de la oreja, pero ni un calambre. Eso sí, aprendí la lección de que hay que cuidar al cuerpo y alimentarlo e hidratarlo bien porque puedes pasarlo muy mal".
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.187