El ciclista navarro recuerda como en la carrera italiana un sorprendente ciclista que explotó en esa carrera le puso contra las cuerdas por primera vez en tres años
Ugrumov, el modesto letón que supo cómo 'reventar' en el Giro de 1993 al mejor Miguel Induráin: "Desde 1990 todos creían que yo era un supermán, un extraterrestre y él mostró que yo era batible"
En 1993 un sorprendente ciclista letón impidió que la victoria de Miguel Induráin fueae un paseo y le puso la carrera muy complicada hasta el final.
Miguel Induráin ganó en 1993 su segundo Giro de Italia pero nunca olvidará la etapa de montaña con final en el Santuario de Oropa donde un modesto ciclista letón llamado Piotr Ugrumov le puso contra las cuerdas y demostró que el ciclista navarro tenía debilidades.
![[Img #62026]](https://diariodeltriatlon.es/upload/images/05_2025/5854_indurain-1-min.jpg)
El día anterior parecía que el genio español había dejado sentenciada la carrera tras conseguir aumentar su renta en la crono final a 1:34 sobre el ciclista letón. Sin embago, el sorprendente ciclista del Mecair-Ballan planteó pelea en su última oportunidad en la montaña y tuvo a Induráin contra las cuerdas. Al final la diferencia fue de 36 y pudo salvar el giro, pero hubo momentos que parecía todo perdido.
Miguel Induráin recuerda cómo vivió esa etapa: "Hasta entonces yo era un supermán, un extraterrestre y ese día hizo que muchos comenzaran a pensar todo lo contrario".
El pentacaméon del Tour dejó de ser ese ciclista que parecía intocable: Me bajaron a la tierra pero yo siempre pensé que era un ciclista batible".
Ese momento de flaqueza, sin embargo, no cambió su manera de correr ni minó su confianza "Fue un momento crítico, un día malo en el que perdí tiempo pero tenía todo bajo control. Sólo eso. Cuando a Bugno o Chiapucci les pasaba algo, por ejemplo, dejaban escapar mucho más tiempo, yo sabía amortiguar el golpe".
El ciclista navarron mantiene que la gente estaba equivocada con su podería en esos años: "Siempre supe que yo era batible, sobre todo en la montaña. Lo que pasó es que en ese momento llevaba sin tener un día malo en el que perdiera tiempo en las grandes vueltas desde el año 90. Tenía asumido que eso me podía volver a pasar y, de hecho, pasó".
A partir de ahí mantuvo su manera tradicional de competir, tomando tienpo en las cronos y manteniendo en la montaña: "Para que yo atacara en montaña tenía que ver las cosas muy difíciles. Como hice en el Tour del 91 junto a Chiapucci. Mientras iba de líder no tenía por qué atacar. Sólo defenderme. Que atacaran los demás. Si lo hacía yo me podía entrar una pájara".
Miguel Induráin ganó en 1993 su segundo Giro de Italia pero nunca olvidará la etapa de montaña con final en el Santuario de Oropa donde un modesto ciclista letón llamado Piotr Ugrumov le puso contra las cuerdas y demostró que el ciclista navarro tenía debilidades.
El día anterior parecía que el genio español había dejado sentenciada la carrera tras conseguir aumentar su renta en la crono final a 1:34 sobre el ciclista letón. Sin embago, el sorprendente ciclista del Mecair-Ballan planteó pelea en su última oportunidad en la montaña y tuvo a Induráin contra las cuerdas. Al final la diferencia fue de 36 y pudo salvar el giro, pero hubo momentos que parecía todo perdido.
Miguel Induráin recuerda cómo vivió esa etapa: "Hasta entonces yo era un supermán, un extraterrestre y ese día hizo que muchos comenzaran a pensar todo lo contrario".
El pentacaméon del Tour dejó de ser ese ciclista que parecía intocable: Me bajaron a la tierra pero yo siempre pensé que era un ciclista batible".
Ese momento de flaqueza, sin embargo, no cambió su manera de correr ni minó su confianza "Fue un momento crítico, un día malo en el que perdí tiempo pero tenía todo bajo control. Sólo eso. Cuando a Bugno o Chiapucci les pasaba algo, por ejemplo, dejaban escapar mucho más tiempo, yo sabía amortiguar el golpe".
El ciclista navarron mantiene que la gente estaba equivocada con su podería en esos años: "Siempre supe que yo era batible, sobre todo en la montaña. Lo que pasó es que en ese momento llevaba sin tener un día malo en el que perdiera tiempo en las grandes vueltas desde el año 90. Tenía asumido que eso me podía volver a pasar y, de hecho, pasó".
A partir de ahí mantuvo su manera tradicional de competir, tomando tienpo en las cronos y manteniendo en la montaña: "Para que yo atacara en montaña tenía que ver las cosas muy difíciles. Como hice en el Tour del 91 junto a Chiapucci. Mientras iba de líder no tenía por qué atacar. Sólo defenderme. Que atacaran los demás. Si lo hacía yo me podía entrar una pájara".
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.187