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Pello Ruiz Cabestany, uno de los grandes del ciclismo español y en su momento amigo íntimo del ciclista segoviano, le quita, con un par de ejemplos de su carácter traicionero, la careta a un ciclista que lleva años ganándose la simpatía de los aficionados españoles al ciclismo

"Txomin Perurena me llamó un día antes de morir para justificar lo que me había hecho Pedro Delgado en Luz Ardiden, ese día pasé de sentirme una estrella a saber que era un empleado mas"

El ciclista vasco rompe con la imagen de un Pedro Delgado afable y buen compañero.

A Pello Ruiz Cabestany le perseguirá toda la vida la que considera la gran traición de su carrera en el Tour de Francia de 1985. Ese día reconoce que recibió "una hostia de realidad' por parte del que consideraba un gran amigo. Pedro Delgado no le respetó, se saltó la orden de equipo y llevó al ciclista vasco a llorar de impotencia.

 

 

Ruiz Cabestany Iba escapado con bastante ventaja en el Tourmalet, penúltimo puerto del día, pero su director Txomin Perurena le paró para que esperaraa a Pedro Delgado, su compañero entonces en Orbea, y ganara él. Perico mantiene que era algo planeado pero el ciclista vasco lo niega en rotundo: "Es mentira y lo sabe. Salió de maravilla y el equipo ganó, pues muy bien, pero él atacó estando un compañero escapado porque le dio la gana, no se lo ordenó nadie. Muchos años después le pregunté a Perurena por qué me paró a mí y no a él y me respondió: "Porque contigo tenía más confianza". En fin, si no llega a acertar, le echan del equipo, pero ganamos y eso es lo que queda. Me impresionó mucho que, el día antes de fallecer, Txomin me llamó porque había leído una entrevista mía en El Diario Vasco hablando de esto y se empezó a justificar por algo que yo no le guardaba ningún rencor".

 

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El ciclista vasco reconoce que en un primer momento no lo interpretó demasiado mal pero con los años lo fue sientiendo como una puñalada trapera de su compañero: "Mi compromiso con el equipo era tal en ese momento que la victoria disolvió mi cabreo y mi dolor, pero cuando lo piensas... Subí el Tourmalet eufórico, rodeado de gente, casi flotando... y lo bajé llorando porque, al coronar, Txomin me dijo que esperara a Perico. Me puse a llorar como un crío... pero le esperé. Fue una hostia de realidad, me sentía una estrella y me explicaron que era un empleado más. Con el tiempo analizas y, joder, qué mala leche, pero esa noche lo celebré como uno más porque, además, Perico era muy buen amigo mío".

 

 

"Un día me di cuenta que lo mejor era tener a Perico muy lejos"

 

Entre ambos ciclistas hubo una relación de amistad muy estrecha pero todo se rompió con los años: "Lo que hubo entre nosotros fue una gran amistad, una verdadera. Perico era un tío inteligente con el que podías hablar de muchas cosas. Rompíamos con el prototipo del ciclista, que no tenía muy buena imagen en ese momento porque se consideraba que a dar pedales se ponía el que no servía para otra cosa o no tenía más intereses. Nosotros no éramos así. Perico es muy campechano, se expresa bien y cae bien a la gente. Yo tenía naturalidad, sabía hablar y no me cortaba cuando me ponían un micrófono delante. Estábamos los dos destacando en el mismo equipo y pasábamos muchas horas juntos. Luego la carrera de Perico fue muy grande y la mía se quedó más estancada, pero en esos primeros momentos fuimos una revolución y cambiamos la consideración del ciclismo en España. Entró la tele y, aunque íbamos sin casco y la muerte estaba presente en cada esquina, lo fuimos llevando a la modernidad".

 

 


A pesar de la traición de Pedro Delgado en el Tour de 1985, la ruptura entre ambos llegó mucho más tarde: "Nos distanciamos mucho después. Es ley de vida, un día descubrí que esa persona de la que he sido súper amigo me interesa más tenerla lejos que cerca. Nos pasa a todos. Vas eligiendo, vas siendo más selectivo con quién te merece la pena. Las órdenes de equipo no fueron un problema, el profesionalismo es eso, pero una vez retirados coincidimos los dos comentando el Tour en TVE y él se dedicaba a intentar dejarme en ridículo".

 

 


 Pello Ruiz Cabestany recuerda cómo Perico Delgado intentaba humillarle día tras día en televisión: "Perico estaba con Pedro González en Francia y yo, con Jesús Álvarez en el estudio de Madrid. Ellos comentaban la etapa y nosotros sólo hablábamos cuando se conectaba con plató, el resto del rato teníamos los micrófonos cerrados. Perico lo sabía perfectamente, pero todos los días empezaba a decir: "Bueno, Peio, di algo, no tienes opinión de nada". Y Jesús y yo, sin poder entrar, nos mirábamos diciendo: "Este es tonto". Y también rajaba de mí dentro de la casa, cada día un puñal en la espalda. No querría competencia, no sé. Me di cuenta y, en vez de enfadarme, preferí separarme de él. Sin ningún trauma".

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