El atleta catalán de 45 años explica cómo logra resultados como el del pasado domingo cuando acabó quinto en los 10 km de Zaragoza con una espléndida marca de 31:06
Reyes Estevez: "Con 45 años me he dado cuenta que soy alguien tocado por la varita, en cada carrera popular me siento como un infantil"
Reyes Estevez reconoce que a los 45 años se siente "como un cadete". El atleta catalán estuvo mucho tiempo sin entrenar pero en los últimos años ha vuelto a trabajar intensamente y sus tiempos le han acercado a sus mejores marcas en 5.000 y 10.000 de su época como atleta profesional. el pasado domingo, por ejemplo, acabó quinto en los 10 k de Zaragoza con 31:06. En una entrevista en el Heraldo de Aragón explica cómo está viviendo una segunda juventud atlética.
![[Img #53372]](https://diariodeltriatlon.es/upload/images/06_2022/1960_estevez-min.jpg)
Su estampa actual sigue siendo muy reconocible, muy similar a la de su etapa de gran atleta. ¿Dónde está su secreto?
Llevo un tiempo entrenando a diario. Como embajador ‘runner’ de Caixabank que soy, me gusta predicar con el ejemplo. Compagino mi trabajo con el atletismo, con los entrenamientos y las carreras. Creo que ese es mi secreto.
Usted fue un superdotado, un adelantado a su tiempo. ¿Cuánto le debe a la naturaleza y cuánto a la preparación o al esfuerzo?
En cualquier faceta de la vida, las cualidades de cada uno son muy importantes. Eso es innegable. Pero hay que formarse. Empecé desde joven a prepararme y tuve la suerte de disponer de entrenadores que me supieron llevar.
¿Proviene esta astilla de algún palo anterior? ¿Le ayudó en algo el entorno familiar?
No. En absoluto. En mi familia, en Cornellá de Llobregat, no existía ni tradición deportiva ni tampoco atlética. Fue una especie de generación espontánea.
![[Img #53371]](https://diariodeltriatlon.es/upload/images/06_2022/8745_estevez-2-min.jpg)
¿Cuándo apareció el brote verde?
Seguramente se lo debo a mi madre, a una casualidad. Obligó a mis hermanos mayores, para no quedarme solo en casa, a llevarme a una carrera colegial, en la que se podía participar a partir de los 12 años. Pero yo sólo tenía 9.
¿Qué sucedió allí?
Corrí entre mis hermanos y sus compañeros, sin poderlo hacer, y gané. Allí empezó mi historia.
¿Se ha sentido en algún momento un privilegiado, tocado por la varita de un destino?
En estos últimos años, sí. Todavía puedo disfrutar del atletismo y corro a cierto ritmo. Hay compañeros que con mi edad, o muy parecida, ni siquiera pueden entrenarse, debido a las secuelas y lesiones que deja el atletismo practicado a cierto nivel.
A sus 45 años, estuvo entre los mejores tiempos de la 10k de Zaragoza del domingo. ¿Nunca se pierde el instinto competitivo?
A estas alturas corro, sobre todo, por gusto personal, no por afán de competir. También es verdad que he participado en los 10 k de Zaragoza por ser embajador de este tipo de pruebas. Estoy encantado con esta labor, ayudando a la gente.
Después de haber pertenecido al olimpo de los dioses del medio fondo español y mundial, ¿cómo está viviendo este atletismo anónimo?
Según mi entender, el atletismo es un deporte llano. Estás en trato con la gente corriente. Lo he visto así desde pequeño. No entiendo al atleta o al atletismo exclusivo, entre otras razones porque a mí también me permitieron el contacto directo con las estrellas que admiraba, como José Manuel Abascal.
¿Qué gana usted cuando cruza la meta de una carrera popular?
Revivo la ilusión de cuando era infantil o cadete. Hago el deporte porque me gusta, sin obligación. Antes entraban en mi mente la presión de las marcas, los contratos, los patrocinadores… Ahora, no. Regreso a los orígenes. No miro el reloj. Procuro disfrutar y sentirme bien a nivel de salud. Para mí es el mayor logro.
Reyes Estevez reconoce que a los 45 años se siente "como un cadete". El atleta catalán estuvo mucho tiempo sin entrenar pero en los últimos años ha vuelto a trabajar intensamente y sus tiempos le han acercado a sus mejores marcas en 5.000 y 10.000 de su época como atleta profesional. el pasado domingo, por ejemplo, acabó quinto en los 10 k de Zaragoza con 31:06. En una entrevista en el Heraldo de Aragón explica cómo está viviendo una segunda juventud atlética.
Su estampa actual sigue siendo muy reconocible, muy similar a la de su etapa de gran atleta. ¿Dónde está su secreto?
Llevo un tiempo entrenando a diario. Como embajador ‘runner’ de Caixabank que soy, me gusta predicar con el ejemplo. Compagino mi trabajo con el atletismo, con los entrenamientos y las carreras. Creo que ese es mi secreto.
Usted fue un superdotado, un adelantado a su tiempo. ¿Cuánto le debe a la naturaleza y cuánto a la preparación o al esfuerzo?
En cualquier faceta de la vida, las cualidades de cada uno son muy importantes. Eso es innegable. Pero hay que formarse. Empecé desde joven a prepararme y tuve la suerte de disponer de entrenadores que me supieron llevar.
¿Proviene esta astilla de algún palo anterior? ¿Le ayudó en algo el entorno familiar?
No. En absoluto. En mi familia, en Cornellá de Llobregat, no existía ni tradición deportiva ni tampoco atlética. Fue una especie de generación espontánea.
¿Cuándo apareció el brote verde?
Seguramente se lo debo a mi madre, a una casualidad. Obligó a mis hermanos mayores, para no quedarme solo en casa, a llevarme a una carrera colegial, en la que se podía participar a partir de los 12 años. Pero yo sólo tenía 9.
¿Qué sucedió allí?
Corrí entre mis hermanos y sus compañeros, sin poderlo hacer, y gané. Allí empezó mi historia.
¿Se ha sentido en algún momento un privilegiado, tocado por la varita de un destino?
En estos últimos años, sí. Todavía puedo disfrutar del atletismo y corro a cierto ritmo. Hay compañeros que con mi edad, o muy parecida, ni siquiera pueden entrenarse, debido a las secuelas y lesiones que deja el atletismo practicado a cierto nivel.
A sus 45 años, estuvo entre los mejores tiempos de la 10k de Zaragoza del domingo. ¿Nunca se pierde el instinto competitivo?
A estas alturas corro, sobre todo, por gusto personal, no por afán de competir. También es verdad que he participado en los 10 k de Zaragoza por ser embajador de este tipo de pruebas. Estoy encantado con esta labor, ayudando a la gente.
Después de haber pertenecido al olimpo de los dioses del medio fondo español y mundial, ¿cómo está viviendo este atletismo anónimo?
Según mi entender, el atletismo es un deporte llano. Estás en trato con la gente corriente. Lo he visto así desde pequeño. No entiendo al atleta o al atletismo exclusivo, entre otras razones porque a mí también me permitieron el contacto directo con las estrellas que admiraba, como José Manuel Abascal.
¿Qué gana usted cuando cruza la meta de una carrera popular?
Revivo la ilusión de cuando era infantil o cadete. Hago el deporte porque me gusta, sin obligación. Antes entraban en mi mente la presión de las marcas, los contratos, los patrocinadores… Ahora, no. Regreso a los orígenes. No miro el reloj. Procuro disfrutar y sentirme bien a nivel de salud. Para mí es el mayor logro.
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