Gracias Kenneth
Hace pocas semanas fui invitado, y para mí fue un honor, a asistir al cumpleaños de un gran amigo, por encima de todo eso, un amigo.
De él se pueden decir muchas cosas, entre las más divertidas que se dijeron esa tarde, fue la del número de manos que puede haber estrechado en la meta del Ironman de Lanzarote, muchas miles, muchísimas.
Pero el gran valor de este hombre, es ser una gran persona, otro día hablaré refiriéndome a él también, de su labor como pionero de nuestro deporte, pero como compañero de viaje, no hay otro mejor.
En su sesenta cumpleaños, nos recibió a todos con una gran sonrisa, con un collar de flores hawaianas, esa isla que junto, a su isla, Lanzarote, ha marcado su vida.
Nada más entrar me fijé en una mesa, que destacaba por el número de camisetas azul marino que había, para los mitómanos de este deporte, el gran valor sería que eran finshers de Hawai, para otros, en los que me incluyo, lo importante es que eran amigos, que juntos corrieron un triatlón en el año 1986 en una isla muy lejana, y que después de 30 años, siguen siendo amigos.
“El triatlón me ha dado momentos importantes …. Conocer a gente como tú es uno de ellos”, esta frase está escrita en uno de los póster que adornan el lugar en donde trabajo, esta frase, que me dedicó Maribel Blanco en su retirada, sobre una foto en la que cruzaba la meta del Ironman de Hawai, no la olvido nunca. El triatlón, por encima de todo, nos permite conocer gente, lugares, y aunque sólo sea en un momento puntual de una carrera, nos permite comunicarnos con gente que comparte un estilo de vida que nos hace feliz.
En una época en que el triatlón huele a dinero, las franquicias crecen, las marcas de zapatillas, neoprenos, bicis, pelean por sus cuotas de mercado, los medios de comunicación dedican páginas importantes a las hazañas de los triatletas, no nos olvidemos de aquella gente que hemos conocido. Yo me quedo con mi primer triatlón, en camiseta de algodón y bermudas de playa. Con la carrera a pie de uno de mis ironman en la que me acordé de un amigo que ya no está. En los 120-20 a cara de perro que nos metíamos cada domingo con la transición en mi cuarto trastero, no sé ni cuantas bicis caben en 4 metros cuadrados.
Pero no todo es nostalgia, todavía sigo conociendo a gente interesante, con la que empiezas hablando de bicis y terminan siendo de tus mejores amigos. En el aeropuerto de Klagenfurt nació una amistad que me ha llevado a México, Hawai y sobre todo a un pueblo del País Vasco, Bakio, en donde sé que siempre tengo un lugar en donde dormir.
Kenneth, gracias por responderme al teléfono hace tantos años con una sonrisa, y gracias por conservarla hasta hoy. Y sobre todo gracias por enseñarme que hay cosas que están por encima de otras.
Hace pocas semanas fui invitado, y para mí fue un honor, a asistir al cumpleaños de un gran amigo, por encima de todo eso, un amigo.
De él se pueden decir muchas cosas, entre las más divertidas que se dijeron esa tarde, fue la del número de manos que puede haber estrechado en la meta del Ironman de Lanzarote, muchas miles, muchísimas.
Pero el gran valor de este hombre, es ser una gran persona, otro día hablaré refiriéndome a él también, de su labor como pionero de nuestro deporte, pero como compañero de viaje, no hay otro mejor.
En su sesenta cumpleaños, nos recibió a todos con una gran sonrisa, con un collar de flores hawaianas, esa isla que junto, a su isla, Lanzarote, ha marcado su vida.
Nada más entrar me fijé en una mesa, que destacaba por el número de camisetas azul marino que había, para los mitómanos de este deporte, el gran valor sería que eran finshers de Hawai, para otros, en los que me incluyo, lo importante es que eran amigos, que juntos corrieron un triatlón en el año 1986 en una isla muy lejana, y que después de 30 años, siguen siendo amigos.
“El triatlón me ha dado momentos importantes …. Conocer a gente como tú es uno de ellos”, esta frase está escrita en uno de los póster que adornan el lugar en donde trabajo, esta frase, que me dedicó Maribel Blanco en su retirada, sobre una foto en la que cruzaba la meta del Ironman de Hawai, no la olvido nunca. El triatlón, por encima de todo, nos permite conocer gente, lugares, y aunque sólo sea en un momento puntual de una carrera, nos permite comunicarnos con gente que comparte un estilo de vida que nos hace feliz.
En una época en que el triatlón huele a dinero, las franquicias crecen, las marcas de zapatillas, neoprenos, bicis, pelean por sus cuotas de mercado, los medios de comunicación dedican páginas importantes a las hazañas de los triatletas, no nos olvidemos de aquella gente que hemos conocido. Yo me quedo con mi primer triatlón, en camiseta de algodón y bermudas de playa. Con la carrera a pie de uno de mis ironman en la que me acordé de un amigo que ya no está. En los 120-20 a cara de perro que nos metíamos cada domingo con la transición en mi cuarto trastero, no sé ni cuantas bicis caben en 4 metros cuadrados.
Pero no todo es nostalgia, todavía sigo conociendo a gente interesante, con la que empiezas hablando de bicis y terminan siendo de tus mejores amigos. En el aeropuerto de Klagenfurt nació una amistad que me ha llevado a México, Hawai y sobre todo a un pueblo del País Vasco, Bakio, en donde sé que siempre tengo un lugar en donde dormir.
Kenneth, gracias por responderme al teléfono hace tantos años con una sonrisa, y gracias por conservarla hasta hoy. Y sobre todo gracias por enseñarme que hay cosas que están por encima de otras.
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