El gran Haile Gbreselassie ha corrido siempre pegado a una sonrisa eterna. Los aficionados se preguntaban cómo un fondista podía tener esa imagen mientras sufría por dentro un desgaste brutal. Sin embargo, la ciencia ha descubierto que el etíope transformaba esa sonrisa en un punto mayor de potencia frente a los que llevaban una cara de pocos amigos.
Ahora, un estudio presentado en la revista Psychology of Sport and Exercise por los doctores Noel E. Brick, Megan J. McElhinney y Richard S. Metcalfe, concluye que aquellos éxitos algo tenían que ver con esas sonrisas.
Según el estudio, sonreír reduce de forma significativa la percepción del esfuerzo físico en los deportistas de élite. Por contra, correr con el ceño fruncido cansa más a los atletas. La felicidad es efectiva para aumentar el rendimiento y lograr mejores resultados.
Para alcanzar un resultado concluyente en esta investigación se contó con 24 corredores a los que se les sometió a diferentes pruebas. Tenían que correr sonriendo, con el ceño fruncido y relajando las manos y la parte superior del cuerpo de forma controlada. Los datos arrojaron que el consumo de oxígeno era menor cuando los atletas comenzaban a sonreír. Por contra la percepción de esfuerzo era mayor en los corredores cuando realizaban los ejercicios 'enfadados'.
En las conclusiones del estudio, los tres doctores británicos explican que la sonrisa periódica durante cualquier esfuerzo físico permite mejorar la economía de movimientos y reduce la intensidad con la que trabajan los músculos. Por el contrario, correr con el ceño fruncido aumenta tanto la percepción del esfuerzo como la activación de los músculos.